¿Qué es la frecuencia cardíaca?

La frecuencia cardíaca es el número de latidos que el corazón registra en un minuto, es decir, las veces que se contrae durante este tiempo. El ritmo cardiaco normal en reposo es de 60 a 100 pulsaciones por minuto, pero este registro puede variar en función de la naturaleza de la persona o diferentes circunstancias.

Del correcto funcionamiento de nuestro organismo depende el corazón, encargado de hacer que la sangre circule por todo el cuerpo para transportar el oxígeno y los nutrientes que necesitamos para vivir. Un proceso que nuestro músculo cardiaco debe realizar a una determinada presión y frecuencia.

La medición de la frecuencia cardíaca debe hacerse en reposo. Determinar la máxima de una persona va a depender de varios aspectos como su constitución, si practica o no deporte, si toma o no medicación…

Cuando la frecuencia cardíaca está por encima de los 100 latidos por minutos, se considera taquicardia. No obstante, que nuestras pulsaciones sobrepasen esta cifra no tiene por qué ser motivo de alarma, en el caso de que estemos haciendo algún ejercicio físico, tengamos anemia o suframos alguna patología como el tiroides, por ejemplo.

¿Qué puede alterar nuestra frecuencia cardíaca?

Hay ciertas circunstancias que alteran nuestras pulsaciones, bien aumentándolas o bajándolas. Algunos ejemplos son los siguientes:

• Cuando practicamos deporte nuestras pulsaciones aumentan y pueden superar los 100 latidos por minuto.
• Al nacer nuestra frecuencia cardíaca es elevada porque nuestro organismo tiene una actividad muy intensa. Tras el primer mes de vida y hasta la edad adulta, nuestras pulsaciones comienzan a disminuir manteniéndose estable a partir de los 20 años.
• Si medimos nuestras pulsaciones por la mañana y por la noche, notaremos que varían. Se trata de una respuesta a estímulos externos que pueden aumentar o disminuir la frecuencia cardiaca. Por ejemplo, cuando practicamos un deporte o nos emocionamos nuestras pulsaciones aumentan. Por el contrario, cuando dormimos las necesidades de oxígeno bajan en nuestro organismo y, por tanto, disminuyen los latidos de nuestro corazón.

Otros factores que también influyen en la frecuencia cardiaca son:

• La edad.
• Las condiciones físicas y ritmo de vida.
• La complexión del cuerpo.
• Padecer enfermedades cardiovasculares, tener diabetes o el colesterol alto.
• Medicamentos.
• La temperatura ambiente.

¿Cómo medir la frecuencia cardíaca?

Podemos conocer nuestra frecuencia cardíaca de manera rápida y sencilla colocando dos dedos entre el hueso y el tendón sobre la arteria radial, que se encuentra en el lado del pulgar de la muñeca, para sentir los latidos y contarlos durante 15 segundos. Esa cifra la multiplicaremos por cuatro para conocer cuánto late nuestro corazón en un minuto.

Es recomendable controlar nuestro ritmo cardíaco porque una frecuencia cardíaca inusualmente alta o baja puede ser síntoma de problemas. Diversas investigaciones realizadas en poblaciones sanas, así como personas hipertensas, con insuficiencia cardíaca o cardiopatía isquémica, indican que cuanto mayor es la frecuencia cardiaca menos esperanza de vida hay, por lo que es importante controlar nuestras pulsaciones.

En líneas generales, una persona sana, de mediana edad, en reposo o en movimiento, tiene entre 70 a 80 pulsaciones por minuto. En función de la edad, la frecuencia cardíaca ideal en reposo es:

• Hasta 2 años de edad: 120 a 140.
• De 8 años a 17 años: 80 a 100.
• Un adulto sedentario: 70 a 80.
• Adulto que practica actividad física y mayores (> 65 años de edad): 50 a 60.

Si nos fijamos en los animales, el corazón que más late es el de las aves. Por ejemplo, la gallina tiene 390 pulsaciones por minuto, el canario 1.000 y el colibrí 1.200.

En cuanto a los animales terrestres, la musaraña tiene el corazón ‘más rápido’ ya que alcanza las 1.100 pulsaciones por minuto. En el extremo opuesto tenemos a la tortuga, que sólo llega a los 20 latidos. Como curiosidad, el cerdo registra una frecuencia de 80, un ritmo similar al del ser humano.