El holter, un dispositivo que ayuda al diagnóstico de afecciones cardíacas

El holter es un dispositivo portátil que permite registrar la actividad eléctrica del corazón durante un periodo determinado, por lo general 24 o 48 horas, mientras se realizan actividades cotidianas. Es como llevar un pequeño electrocardiograma (ECG) a todas partes, mientras registra información valiosa para el diagnóstico y seguimiento de diversas afecciones cardíacas.

Fue Norman Jefferis Holter quien inventó este revolucionario aparato en 1949, de ahí el nombre que tiene. El biofísico estadounidense observó que el electrocardiograma tradicional solo registraba la actividad eléctrica del corazón durante unos pocos minutos, lo que dificultaba el diagnóstico de arritmias cardíacas que ocurrían de forma intermitente.

Este fue el motivo que llevó a Holter a desarrollar un dispositivo que pudiera registrar la actividad cardíaca durante períodos más largos. Su primer prototipo pesaba muchísimo, pero con el tiempo, él y su equipo desarrollaron un aparato más pequeño y cómodo para utilizar con los pacientes.

El holter se convirtió en una valiosa herramienta para el diagnóstico y seguimiento de las enfermedades cardíacas, que permitió identificar arritmias cardíacas que, de otro modo, podrían haberse pasado por alto y ha ayudado a mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo.

Cómo funciona y qué mide el holter

El objetivo de este dispositivo es registrar los datos durante una jornada normal sin que deba hacer nada extraordinario o fuera de la rutina cotidiana. Se trata de comprobar cómo se comporta el corazón, detectar posibles problemas y relacionarlos con el momento en qué ha sucedido el posible comportamiento inusual.

El holter es especialmente útil para descubrir anomalías del corazón que no se evidencian en un electrocardiograma convencional. Consta de electrodos que se colocan en el pecho del paciente y están conectados a un pequeño monitor que se lleva en un bolsillo o en un cinturón.

Durante el monitoreo, registra continuamente la actividad eléctrica del corazón, generando un electrocardiograma que se almacena en la memoria del dispositivo. Estos datos se descargan y son analizados en cardiología para poder hacer un diagnóstico.

Algunos de los parámetros que mide son:

Ritmo cardíaco: registra la frecuencia cardíaca en reposo y durante la actividad física.

Arritmias: detecta taquicardias, bradicardias o fibrilación auricular, así como otras anomalías del ritmo cardíaco.

Isquemia: puede revelar episodios de falta de oxígeno en el corazón, que pueden indicar problemas de flujo sanguíneo coronario.

Conducta del corazón durante actividades cotidianas: proporciona información sobre cómo responde el corazón a diferentes situaciones, como el ejercicio, el estrés o el reposo.

El holter suele indicarse cuando el paciente experimenta palpitaciones y taquicardia de origen no bien tipificado, sufre mareos o síncopes de causa indeterminada o padece dolor en el pecho en reposo o durante el ejercicio sin hallazgos en el electrocardiograma de esfuerzo.

También se usa para el control de los marcapasos y de los desfibrilador automático implantable (DAI) o para el seguimiento de pacientes con afecciones cardíacas, dado que permite controlar la eficacia del tratamiento y detectar posibles complicaciones. Por ejemplo, en personas con cardiopatías congénitas, el holter puede ser utilizado para monitorizar la progresión de la enfermedad a lo largo del tiempo y ajustar el tratamiento en consecuencia.

Se trata de un dispositivo útil y no invasivo, que ha ido evolucionando desde su invención. Una herramienta que se ha convertido en imprescindible para el diagnóstico y seguimiento de afecciones cardíacas. Una prueba segura, cómoda y eficaz.

Portada: Imagen de freepik