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¿Qué es la presión arterial y cómo afecta en las cardiopatías congénitas?
La presión arterial es un concepto básico, pero fundamental, para comprender cómo funciona nuestro sistema cardiovascular. Es la fuerza que la sangre ejerce sobre las paredes de las arterias mientras es impulsada por el corazón. Esta presión es esencial para que la sangre llegue a todos los órganos y tejidos del cuerpo, llevando oxígeno y nutrientes vitales.
Sin embargo, en personas con cardiopatías congénitas, la relación entre el corazón, las arterias y la presión arterial puede verse alterada, lo que a menudo requiere un seguimiento y manejo especializado.
¿Cómo funciona la presión arterial?
La presión arterial se mide en dos momentos clave del ciclo cardíaco:
Presión sistólica: es el valor más alto y ocurre cuando el corazón se contrae para bombear sangre a través de las arterias.
Presión diastólica: es el valor más bajo, que se registra cuando el corazón está en reposo entre latidos y se llena de sangre.
La lectura de la presión arterial usa estos dos números. Por lo general, el sistólico se coloca antes de la cifra diastólica. Por ejemplo, 120/80 significa una presión sistólica de 120 y una diastólica de 80.
Estos valores se expresan en milímetros de mercurio (mmHg), con la presión normal para adultos generalmente definida alrededor de 120/80 mmHg. En los menores, los valores varían según la edad, el peso y la altura, y es crucial que el pediatra determine qué rango es adecuado para cada paciente.
La presión arterial puede variar en las cardiopatías congénitas
El corazón tiene la función de bombear sangre a dos circuitos diferentes al mismo tiempo:
- Circuito pulmonar, que lleva sangre desoxigenada a los pulmones para recoger oxígeno.
- Circuito sistémico, que distribuye la sangre oxigenada al resto del cuerpo.
En las cardiopatías congénitas, los defectos estructurales que presenten las cámaras cardíacas, válvulas o vasos sanguíneos pueden alterar este proceso, afectando la forma en que se genera y regula la presión arterial. La forma en la que la presión varía depende del tipo y la gravedad del defecto cardíaco. Veamos algunos ejemplos:
Hipertensión pulmonar
En algunos defectos, como la comunicación interventricular (CIV) o la persistencia del conducto arterioso (PDA), una cantidad excesiva de sangre fluye hacia los pulmones, aumentando la presión en las arterias pulmonares. Esto provoca un sobreesfuerzo del ventrículo derecho que, con el tiempo, puede derivar en insuficiencia cardíaca.
Hipotensión sistémica
Algunos defectos complejos, como el síndrome del corazón izquierdo hipoplásico, comprometen la capacidad del corazón para bombear suficiente sangre al cuerpo. Esto puede provocar presiones arteriales bajas, lo que dificulta el suministro adecuado de oxígeno y nutrientes a los tejidos.
Desbalances de presión arterial
En condiciones como la coartación de la aorta, las presiones arteriales pueden ser significativamente diferentes entre las extremidades superiores e inferiores. Esto ocurre porque el flujo de sangre hacia la parte inferior del cuerpo está restringido por el estrechamiento de la aorta, mientras que la parte superior recibe un flujo normal o incluso elevado.
Presión arterial alta secundaria
Algunas personas con cardiopatías congénitas pueden desarrollar hipertensión arterial sistémica como resultado de adaptaciones del cuerpo o daño en los vasos sanguíneos a lo largo del tiempo. Esto aumenta el riesgo de complicaciones a largo plazo, como daño renal o eventos cardiovasculares.
¿Cómo se evalúa y controla la presión arterial en las cardiopatías congénitas?
El control de la presión arterial es importante en el seguimiento de las cardiopatías congénitas porque este indicador refleja el esfuerzo que realiza el corazón y el estado de los vasos sanguíneos. En personas con estas afecciones, la presión arterial puede comportarse de manera anormal debido a alteraciones en la estructura o función cardíaca, lo que puede derivar en complicaciones graves, si no se trata adecuadamente.
- Control regular: es importante llevar un control regular en menores y adultos con cardiopatías congénitas, ya que las necesidades pueden cambiar con el tiempo o tras intervenciones quirúrgicas.
- Pruebas adicionales: además del seguimiento rutinario, se pueden realizar ecocardiogramas, resonancias magnéticas y cateterismos para evaluar cómo la afección cardíaca está afectando al flujo y la presión sanguínea.
- Tratamiento personalizado: esto puede incluir medicamentos para regular la presión arterial, como vasodilatadores pulmonares, diuréticos o betabloqueantes, dependiendo de las necesidades que tenga cada persona.
Mantener la presión arterial dentro de rangos saludables es esencial para prevenir problemas tales como:
- Insuficiencia cardíaca: la presión arterial alta o desbalanceada puede sobrecargar el corazón, reduciendo su eficiencia con el tiempo.
- Daño en órganos: una presión arterial inadecuada puede afectar negativamente a órganos como los riñones o el cerebro.
- Riesgo quirúrgico elevado: en personas con presión arterial descontrolada, las intervenciones quirúrgicas pueden ser más arriesgada.
Como podemos comprobar, la presión arterial no es solo un número, sino que revela el funcionamiento del corazón y los vasos sanguíneos. En personas con cardiopatías congénitas, su control adquiere una mayor relevancia, sobre todo, en afecciones cardíacas más complejas. Una presión arterial controlada mejora la calidad de vida y, además, reduce riesgos de complicaciones futuras.
Fuentes:
- Medlineplus.
- Fundación española del corazón.
Sobre el Autor: Asociación Corazón y Vida
Corazón y Vida es una asociación sin ánimo de lucro que trabaja por mejorar las situación de las personas con cardiopatías congénitas.
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